lunes, 21 de noviembre de 2016

El primogénito (versión extendida)





Podéis creer o no, lo que sí os confirmo es que si seguís leyendo perderéis esa opción, la de elegir.  

La finca de mis antepasados es una edificación añeja. A parte de mis abuelos, habitan en ella, humedades, ratas y sonidos que son imposibles de identificar, pero que han logrado perdurar en el tiempo y a su manera formar parte del mobiliario. Sillas que se arrastran, canicas que caen, un frío que hiela la sangre depende que sala.   

En el pueblo se la conoce como la casona del pacto, yo siempre creí que eran tonterías de gentes retrogradas, con poca cultura, que se aferra con mano de hierro a sus creencias. Ya no.  

Hace unas semanas recibí un mensaje de mi madre, me pedía que fuera a cuidar de los abuelos, no se encontraban bien. Puesto que mi vida está en un stand by infinito, era sin duda la persona idónea para el cargo. No lo pensé, ni valoré, necesitaba un cambio inmediato, por lo que actúe con un ansia desmedida. Mis prisas me la han jugado y ahora sé que todo aquello era una trampa urdida con un fin que no permitía replica.   

Nunca llegué a comprender porque mis padres no los sacaban de aquel sitio que se deterioraba junto a ellos, al fin y al cabo disponemos de una de las grandes fortunas mundiales. Ponían excusas de lo más cutres, nadie querría por decisión propia vivir de esa manera, sentí que los tenían relegados y abandonados así que acepté, llevaba tiempo sin vida a parte de un sofá que ya era poco cómodo y un televisor sin programación.  

Nada más llegar vi a unos ancianos activos y saludables, supuse que se trataba de una llamada de atención y yo podía iniciar mi transformación dándoles cariño.  

La vida allí era tranquila, no diré que aburrida porque venía de otra que daba realmente pena. Mis abuelos irradiaba un halo de luz esplendida, mérito mío pensé, ¡Ja! Iluso, siempre fui el más tonto de la familia. Pero yo en mi momento de ego inalcanzable no veía más que les hacía bien a unos pobres ancianitos. Si fui consciente de una cosa y era de la prisas que tenían porque aprendiera el funcionamiento de la finca, donde cortar la leña, las fechas del cultivo, el cuidado de los diferentes animales, que comían, como limpiarlos, hasta los partos. De la casa, se mezclaban las tareas de mantenimiento con realizar pequeñas y grandes obras, a latas de conserva y limpieza en general. Todo aquello me sobrepasaba en conocimiento, pero les veía tan ilusionados que cada día les atendía y dejaba que hicieran conmigo lo que quisieran.  

En pocas semanas ya controlaba la finca, mis manos empezaron a ser callosas, no me doblegaban las tareas a realizar, podía alimentarme sin necesidad de nadie, la verdad sentí orgullo propio. Me estaba haciendo un verdadero hombre. Me chocó que los abuelos paulatinamente fueran perdiendo interés por mí, contra más conocimiento adquiría menos atención recibía.  

Justo en ese momento fui consciente de la verdad, no había ido a salvar a nadie, sino a mí mismo. Era yo el que requería de atención urgente, mi soledad se había vestido de ansiedad por ser útil para alguien. 

Y esta misma camisa de necesidades me obligaba a buscarlos cada día con angustia, algo dentro de mí debía estar notando que una pieza del puzzle no terminaba de encajar. Por el contrario ellos se quejaban de mi dependencia y cada vez me costaba más encontrarlos, casi parecía que jugáramos al escondite. 

Hasta la mañana de la nota:  

<Hijo, compréndelo. Existe un pacto en nuestro linaje, éste exige que un primogénito perdure en la finca, así el resto goza de sus frutos.
Te lo encomendamos a ti.
¡Ah! No intentes salir, morirías asfixiado o peor exiliado en las sombras. Nosotros estamos bien, no nos busques.> 

Nada más, al parecer no merecía más explicación que esa. Una broma de mal gusto, que me sentó francamente mal.  

Subí acelerado a la habitación y llené el macuto con las cuatro pertenencias que tenía. No encontré las llaves del coche, ni tampoco el coche. ¿Sería posible que también me lo hubieran robado? Pero no iba aguantar por más tiempo en ese sitio, tenía que avisar a mis padres, los abuelos no estaban en sus cabales, decidí que iría al pueblo andando, los esperaría en el mesón, depende la hora hasta comería y luego volvería a lo que un día llamé vida.  

Con lo que no conté es que algo muy extraño pasaba, cada vez que me acercaba al portón de la valla, ésta se alejaba más y el aire en mis pulmones se esfumaba. Tonterías pensé, el disgusto porque me rechacen hasta mis propios abuelos. Pero fueron pasando las horas y la situación era la misma, yo acercándome, la puerta alejándose y el aire que llegaba a mis pulmones ya ni era una boqueada. No podía seguir, me sentía desfallecer.  

Dentro de mi lógica empecé a valorar que verdad habría en aquella nota, desde luego la broma estaba perfectamente ejecutada, pero para todo existe una respuesta sólo tenía que buscar la trampa.

A la mañana siguiente intenté volver a salir, pero sucedió lo mismo, más andaba, más lejos estaba la salida, mi respiración como la de un asmático, eso no estaba bien. Recorrí toda la finca buscando una salida, pero aquello era imposible.  

Estaba realmente asustado. Por no decir que me acojonaba que también fuera verdad lo de las sombras, en pocos días adquirí una visión camaleónica y no había punto que no observara al escuchar cualquier sonido.  

Todo aquello me hizo sentir como un ser fracasado, utilizado por un propósito monetario, era un instrumento para que otros vivieran a cuerpo de rey. No podía permitirlo, llegados a este punto me importaba muy poco lo que me sucediera, pero tenía algo muy claro y es que la ofensa la iban a pagar todos.  

Aún recuerdo la última noche, pasé el día bastante tranquilo, sólo algunos nervios de última hora promovidos por aquello de no saber que esperar. Pero nada que pudiera superar mis ganas de venganza. Me quedé esperando a que el sol desapareciera sentado en los escalones de la terraza. Una pena que no tuviera el suficiente tiempo para arreglar el que flojeaba, después de todo algo bueno había sacado y es que me había vuelto un auténtico manitas. Cuando ya estaba oscuro como una cueva de murciélagos fui en busca de las sombras.  

      ¿Hola? ¿holaaaa? ¿Hay alguien ahí? Sé que estáis aquí, os escucho murmurar. Va, salid por favor, tenemos que hablar.  

De repente se escuchó un carraspeo de ultratumba seguido de una vocecilla de un timbre agudo que para nada validaba el sonido anterior, aún hoy me pregunto si el que habló era él o ella. 

      Muchacho, ¿eres consciente que todo esto es un poco extraño? Deberías estar muerto de miedo y escondido en cualquier rincón.

      Si, ya me lo imagino, pero me mueven otras metas y urge que hablemos.

      Si nos haces perder el tiempo, habrá represalias.

      Estoy seguro de que saldréis muy favorecidos.

      Entonces, dinos. ¿De qué quieres hablar?  

Esto último lo dijo en un tono de grillo irritado, intenté concentrarme en el asunto no quería estropear más mi destino.

      Es sobre el pacto, he estado haciendo números y está totalmente obsoleto precisa de nuevas y mejores reglas. ¿Cuándo se realizó? No recuerdo ninguna generación de mis antepasados que no fuera rica, estoy seguro que habéis salido perjudicados. Un alma para extra alimentar a cientos de ellas, ¿no lo veis?

Se escuchó un clamor que afirmaba mis palabras. 

      Fue culpa de nuestro antecesor era demasiado blando, por suerte el de arriba lo quiso para él, creo que ahora se dedica a pintar alas.

      Pues va siendo hora de cambiar los tratos.

      Primero dinos, ¿qué es lo que ofreces?

      Finalizar de una vez por todas con esta alianza.

      Te hemos avisado, no nos hagas perder el tiempo. – dijo bastante enfadado.

      De verdad que no es mi intención, dejad que termine de exponerlo.

      Adelante, sigue.

      Ofrezco a toda mi familia a cambio de que el trato que una vez se firmó desaparezca.

      ¿Estás seguro de lo que dices?

      Sí, creo que va siendo hora que aprendan a moverse por otro tipo de intereses y si vosotros cumplís vuestra parte, tendré toda la vida para enseñarles.

      Te diría que no, pero ya son demasiados siglos sin vacaciones y estamos muy agotados. Así que...


 
Epílogo 

Han pasado tres años, al principio no se tomaron muy bien el cambio pero después de que la tozuda de tía Gertrudis muriera asfixiada, vieron que no había nada que hacer, desde entonces cada uno realiza sus tareas en la finca sin rechistar y me idolatran, como corresponde. 

Soy el que maneja los hilos, y no voy a negar que desde que realice estas pequeñísimas modificaciones, todas las carencias que un día tuve han desaparecido.

No he vuelto a sentirme ni solo, ni poco querido. Ahora sí que soy el primogénito.







 



 

 

Este relato se lo dedico Ramón Márquez Ruiz de Seres de Luz Blog y David Rubio, es por ellos y gracias a su maravillosa idea por la que he desarrollado unas cuantas líneas de más a esta historia El primogénito, ;)
 

martes, 15 de noviembre de 2016

Gobernanta

Vísteme con esencia, palabra y vida.
Aléjalo a él, a este dolor que succiona.
Que aumenta, reconforta y atormenta.
 
Que se hace presente en su retrato.
Reclúyelo en su celda sesgada de naturaleza.
Guárdalo entre cajones.
 
Castrador de lo invisible.
Inducidor al horror.
El que asevera aprecio. 
 
Vierte en ti su condición.
Hoy los invoco. ¡Sí!
Claustrofóbicos tormentos. 
 
Os doy aprecio entre caricias.
Cedo el vuelo de la nada que queda.
Arraso y permito el revelo. 
 
En un último hálito que todo acontece.
Pues hoy que no os privo, se me confiere.
Y expiro, porque ya no, no más.
 
 
 

miércoles, 9 de noviembre de 2016

El primogénito

Podéis creer o no, lo que sí os confirmo es que si seguís leyendo perderéis esa opción, la de elegir. 

La finca de mis antepasados es una edificación añeja. A parte de mis abuelos, habitan en ella, humedades, ratas y sonidos que son imposibles de identificar, pero que han logrado perdurar en el tiempo y a su manera formar parte del mobiliario. Sillas que se arrastran, canicas que caen, un frío que hiela la sangre depende que sala.  

En el pueblo la conocen como la casona del pacto, yo siempre creí que eran tonterías de gentes retrogradas, con poca cultura, que se aferra con mano de hierro a sus creencias. Ya no. 

Hace unas semanas recibí un mensaje de mi madre, me pedía que fuera a cuidar de los abuelos, no se encontraban bien. Puesto que mi vida está en un stand by infinito, era sin duda la persona idónea para el cargo. Ahora sé que todo aquello era una trampa urdida con un fin que no permitía replica.  

Nunca comprendí porque mis padres no los sacaban de aquel sitio que se deterioraba junto a ellos, al fin y al cabo disponemos de una de las grandes fortunas mundiales. Pero acepté, llevaba tiempo sin vida a parte de un sofá que ya era poco cómodo y un televisor sin programación. 

Nada más llegar vi a unos ancianos activos y saludables, supuse que se trataba de una llamada de atención y yo podía iniciar mi cambio dándoles cariño. 

Hasta la mañana de la nota: 

<Hijo, compréndelo. Existe un pacto en nuestro linaje, éste exige que un primogénito perdure en la finca, así el resto goza de sus frutos.
Te lo encomendamos a ti.
¡Ah! No intentes salir, morirías asfixiado o peor exiliado en las sombras. Nosotros estamos bien, no nos busques.>



#ancla2
Comunidad: EDUPSIQUE: Narrativas Multiformes.
Imagen de: Francisco de Goya

lunes, 7 de noviembre de 2016

El bosque

Aquellas tierras aguardaban secretos, todos lo sabíamos. Generación tras generación se nos hacía participes de ellos y los conservábamos. Ante los ojos ajenos se conocían como cuentos populares, leyendas e historias inconexas de un tiempo antiguo e indeterminado donde el pasado era tan lejano como irreal.
Aún recuerdo como en el colegio se trataba de una lectura obligatoria, a los recién llegados no les hacia ninguna gracia que sus hijos tuvieran una asignatura de literatura donde el tema principal eran las brujas, escobas mágicas, gatos y hechizos, se quejaban de que la imaginación de estos se desbordaba. Que adquirirían un lenguaje y escritura curiosa y su comportamiento se volvía muy extraño, sobre todo la noche del 31 de octubre, ¡qué tontería!
Si bien lo intentaron en varias ocasiones no pudieron frenar las tradiciones, y esa fue la suerte de muchos chicos. Porque aunque seas conocedor de la historia sin el miedo de vivir en primera persona la verdad de esta, brota la desgracia cuando el temor no te hace partícipe.
Esta es la leyenda de Brian un chico delgaducho y poco dado a hacer amigos. Su madre lo reñía por esto último, así que para hacerla feliz pasaba largas horas en el riachuelo cercano al bosque. Cada día al salir del colegio y cargado con su cuaderno de pintura se situaba debajo del árbol más frondoso, y con la relajación que le proporcionaba el sonido del agua realizaba miles de dibujos. Hasta aquella tarde, escuchó un murmullo lejano como un cántico que lo atraía. La curiosidad le pudo y adentrándose con pequeños pasos se dirigió al bosque hasta toparse con un juglar, que se hizo llamar el Poeta.
-          ¡Chico! ¡Corre! ¡Vete! No deberías estar aquí.
 
-          ¿Tú también Poeta? Sólo son viejos cuentos, mentiras para aterrorizarnos a los más pequeños. En este pueblo nunca pasa nada.

-          Ay chico, puedo asegurarte que no son embustes, si esas viejas brujas te ven no podrás salir nunca más de este bosque, o quién sabe puede que te caiga un peor castigo al haber entrado en la que es su casa, y te conviertan en una seta o una calabaza.

-          No te creo, en el colegio se nos aseguró que solo cruzar el arroyo se nos caería un rayo y como ves estoy vivo, ¡no me ha pasado nada!

-          Mira, yo de ti saldría corriendo antes de que sea tarde, te aseguro que todo lo que se cuenta es verdad pero por alguna extraña razón a ti aún no te han detectado, es tu oportunidad de huir antes de que sea tarde. ¡Corre y vete! ¡Haz caso de este viejo!
Pero no le dio tiempo ni a contestar, tal cual se dijeron estas últimas palabras de la nada  apareció una dríade de pelo cobrizo y ojos gatunos que saboreándose se dirigió a Brian.
-          Pero que tenemos aquí. ¿No te han avisado que no puedes entrar en el bosque? ¿O es que eres demasiado tonto y valiente para no acatar las normas de tus mayores? Hoy te haré aprender la lección, sufrirás tu desdicha pequeño Brian un castigo digno para el que no escucha de advertencias.
 
-          Pero... ¿pero cómo sabes mi nombre? – Atinó a decir, aun sintiendo que sus piernas no le sostenían por el temblor de verse sentenciado.

-          Yo lo sé todo, y hoy serás mi ungüento para la eterna juventud. Despídete juglar y continúa cantando ya sabes el trato, sigue atrayendo a imprudentes y yo seguiré perdonado tu insignificante vida.

-          Si ama. Lo siento chico, intenté avisarte.
Como si de una exhalación se tratara Brian y la bruja, desaparecieron.




Cuento presentado en la Comunidad de Relatos Compulsivos, para el CERTAMEN ESPECIAL DE SAMAIN. Palabras obligatorias: lenguaje, poeta, escritura, literatura, lectura, dibujo.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Variante

 



Cuando inicié el blog lo hice con un propósito muy diferente del que hoy nos encontramos, es aquí donde puedo ver con una claridad abrumadora que el ser humano a cada paso que da, avanza en una dirección totalmente opuesta a la acordada.

Que decir que a duras penas sabía qué hacer… pero ese proceso de inserción todos lo conocéis muy bien. Así que cometí un error, tras otro, incluyendo alguna que otra parada. Hasta este momento del que me sostengo como una circense inexperta.
Y la realidad es que creía saberme, ¿el qué? Está claro que nada. Pero como buena novata no hay que temer al desconocimiento, todo lo contrario se debe mirar con optimismo porque siempre hay una llave que abre justo esa puerta que nos hemos negado a descubrir.
Un propósito firme no es dado sin aprendizaje y éste no existe si antes no hemos caminado, caído y vuelto a transitar. La cuestión es que desde ese día uno, hasta hoy y este propósito de cambio proyectado existe la presencia.
La crítica, empezaré por decir que siempre he creído en ella como una herramienta de crecimiento. Una buena evaluación es una excelente enseñanza, y ésta una moneda que nos abrirá un nuevo mundo de conocimiento.
Es innegable que cuando creemos profundamente en nuestra verdad, cabe la posibilidad de que nos siente mal y no sólo lo creo, es que lo reafirmo. En cierto modo estamos alimentados por nuestro propio ego y su pavor de creer que somos imprescindibles.
 
Lo que necesito es ser indispensable para alguien. Necesito a alguien que ocupe todo mi tiempo libre, mi ego y mi atención. Alguien adicto a mí. Una adicción mutua.
<Chuck Palahniuk>

Pero no, ni nacemos enseñados, ni tampoco coronados, todo lo contrario. El proceso trata de mejorar todos aquellos puntos flacos, enclenques, raquíticos… vamos como se quieran denominar, pero lo que sí es seguro es que precisan de atención.
Y lo remarco porque personalmente aprecio muchísimo estos altos en el camino, son de una grandiosa generosidad que se nos haga ver los fallos. No hay que temer el traspié, pavor es ser consciente de él y no hacer nada para mejorarlo.
Pero también hay que tener cuidado al proveerlos, para que no se convierta en un sucedáneo de crítica, aquella realizada con un motita de maldad que oculta intenciones detractoras para el que las recibe.
El plano evolutivo es que hoy y mañana permanecen adheridos en un mismo tiempo, pero en su distancia se observan y aguardan con tintes de timidez.
Y aquí nos hallamos, sumergidos entre auroras a la espera de la despedida y su renacer, ansiosos por conocer cuál será la nueva y anhelada variante.